martes, 19 de marzo de 2019

Intrusismo en la crianza canina



    Cuando hablamos de crianza canina siempre nos afanamos en añadir el adjetivo responsable, pero.... qué nos diferencia de aquellos que solamente se inmiscuyen en este noble arte con un único fin crematístico y alejado de todo principio basado en el bienestar de los perros ?

    En esencia todo tipo de crianza se podría catalogar de crianza comercial, dado que se define así a cualquier tipo de relación en la que la entrega de un cachorro está sujeta a una contraprestación económica. Y ello independientemente de que el criador se defina como familiar, sin afán de lucro, que aluda al amor a la raza, etc

    Sin duda nos diferencia de aquellos que practican el intrusismo con un tipo de cría indiscriminada  el hecho de que el criador indiscriminado no tiene como criterios de producción  la salvaguarda de las características deseables de tipo morfológico, de salud y psicológico de los cachorros y por supuesto está más cercana a la cría ilegal qué es aquella que  cumple con ningún tipo de obligaciones legales vigentes, ya sea en materia sanitaria, de bienestar animal, fiscal u otras.

    Es la cría indiscriminada, independientemente de su condición comercial, la principal responsable de la existencia de perros enfermos, problemáticos, dueños frustrados y en última instancia del abandono animal. 

    Solamente espera obtener una remuneración por la venta de sus cachorros, al margen de  de su condición legal y del beneficio o pérdida que obtenga de esta actividad. Este es sin duda el máximo exponente popular de la mala práctica en materia de producción y comercialización de mascotas , aunque  desgraciadamente veremos que no es el único.

     Es el tipo de criador que hace caso omiso de los criterios de cría que garantizan la viabilidad sanitaria, morfológica y conductual de sus cachorros. No realiza las pruebas de salud propias de la raza de sus progenitores, a los que escoge por motivos de conveniencia económica (precio, proximidad geográfica, etc.). Entiende la cría como fecundación, almacenamiento de los cachorros, y posterior venta.

     No presta atención tampoco a las necesidades de socialización de los cachorros independientemente de sociabilidad o insociabilidad propia de la raza. Apenas mantiene contacto con la camada, bien porque ni se lo plantea o bien porque le conviene entender que durante la etapa de cachorro a este le corresponde básicamente estar con la madre. La edad de entrega de los cachorros se elige en función del ahorro de costes.

     La rentabilidad de este tipo de  explotación se obtiene mediante una elevada rotación de camadas, disponibilidad de varios reproductores y repetición de progenitores en los cruces. También a través de la disminución de costes en alimentación, pruebas y cuidados veterinarios, infraestructuras y tiempo. Puede ofrecer una distinta gama de precios en función de si se desea un cachorro con los papeles en regla o si este aspecto resulta indiferente. Los progenitores no llevan la vida propia de una mascota, no estando integrados en la familia.

Como apuntabamos, desgraciadamente aun existe un tipo o mejor llamemósle subtipo de criador indiscriminado que es el propietario de las granjas de cachorros, tradicionalmente asociadas con países del este pero que también están presentes en nuestro país. No obstante el elevado número de producción propio de estas granjas no son un requisito indispensable para formar parte de esta categoría. En ocasiones el tamaño de esas explotaciones puede ser pequeño pero el fundamento es el mismo; la explotacion sin limites de los reproductores con un unico objetivo; el máximo beneficio económico en el plazo de tiempo mas corto.

A este degradado tipo de explotación colaboran los intermediarios que finalmente colocan ese producto en tiendas de dudosa reputación con ese mismo objetivo de obtención de beneficio inmediato.

Sin embargo no queremos finalizar sin apuntar un factor determinante sin el cual todo este entramado no tendría sentido; se trata del consumidor final de esa cria indiscriminada e intrusista.

El comprador de cría indiscriminada probablemente no tenga conocimientos ni criterios técnicos o éticos para evaluar la calidad y orígenes del criador, así como su modo de acción . Se autoexplica la gran diferencia de precios en función de tópicos sobre la marca, el pedigree (al que considera una herramienta de marketing, una forma de snobismo y no una prueba de la trazabilidad del cachorro) y la diferencia de precio con un criador de dedicación completa a una sola raza, sea éste por pasión o por dedicación profesional ( como su modus vivendi ).

La ignorancia del comprador y la busqueda del factor precio como elemento primordial de elección encuentran un estupendo caldo de cultivo en el criador indiscriminado, que a su vez y gracias a un sistema productivo de costes a la baja, parece garantizar un trato más ajustado en lo económico, cuando en realidad sus márgenes comerciales son mayores. En el mejor de los casos se conforma con obtener un cachorro con pedigree asumiendo que este documento garantiza la salud del perro y la seriedad del criador. Si bien el acento en la crítica suele ponerse en el lado de la oferta, la supervivencia de las malas prácticas depende de la existencia de demanda. Mientras esta exista, cualquier deseo de compra será satisfecho.