Cuando hablamos de crianza canina siempre nos
afanamos en añadir el adjetivo responsable, pero.... qué nos diferencia de
aquellos que solamente se inmiscuyen en este noble arte con un único fin crematístico
y alejado de todo principio basado en el bienestar de los perros ?
En esencia todo tipo de crianza se podría
catalogar de crianza comercial, dado que se define así a cualquier tipo de
relación en la que la entrega de un cachorro está sujeta a una contraprestación
económica. Y ello independientemente de que el criador se defina como familiar,
sin afán de lucro, que aluda al amor a la raza, etc
Sin duda nos diferencia de aquellos que practican
el intrusismo con un tipo de cría indiscriminada el hecho de que el criador indiscriminado no tiene
como criterios de producción la
salvaguarda de las características deseables de tipo morfológico, de salud y
psicológico de los cachorros y por supuesto está más cercana a la cría ilegal
qué es aquella que cumple con ningún
tipo de obligaciones legales vigentes, ya sea en materia sanitaria, de
bienestar animal, fiscal u otras.
Es la cría indiscriminada, independientemente de
su condición comercial, la principal responsable de la existencia de perros
enfermos, problemáticos, dueños frustrados y en última instancia del abandono
animal.
Solamente espera obtener una remuneración por la
venta de sus cachorros, al margen de de
su condición legal y del beneficio o pérdida que obtenga de esta actividad.
Este es sin duda el máximo exponente popular de la mala práctica en materia de
producción y comercialización de mascotas , aunque desgraciadamente veremos que no es el único.
Es el tipo
de criador que hace caso omiso de los criterios de cría que garantizan la
viabilidad sanitaria, morfológica y conductual de sus cachorros. No realiza las
pruebas de salud propias de la raza de sus progenitores, a los que escoge por
motivos de conveniencia económica (precio, proximidad geográfica, etc.).
Entiende la cría como fecundación, almacenamiento de los cachorros, y posterior
venta.
No presta
atención tampoco a las necesidades de socialización de los cachorros
independientemente de sociabilidad o insociabilidad propia de la raza. Apenas
mantiene contacto con la camada, bien porque ni se lo plantea o bien porque le
conviene entender que durante la etapa de cachorro a este le corresponde
básicamente estar con la madre. La edad de entrega de los cachorros se elige en
función del ahorro de costes.
La
rentabilidad de este tipo de explotación
se obtiene mediante una elevada rotación de camadas, disponibilidad de varios
reproductores y repetición de progenitores en los cruces. También a través de
la disminución de costes en alimentación, pruebas y cuidados veterinarios,
infraestructuras y tiempo. Puede ofrecer una distinta gama de precios en
función de si se desea un cachorro con los papeles en regla o si este aspecto
resulta indiferente. Los progenitores no llevan la vida propia de una mascota,
no estando integrados en la familia.
Como apuntabamos, desgraciadamente
aun existe un tipo o mejor llamemósle subtipo de criador indiscriminado que es
el propietario de las granjas de cachorros, tradicionalmente asociadas con
países del este pero que también están presentes en nuestro país. No obstante
el elevado número de producción propio de estas granjas no son un requisito
indispensable para formar parte de esta categoría. En ocasiones el tamaño de
esas explotaciones puede ser pequeño pero el fundamento es el mismo; la
explotacion sin limites de los reproductores con un unico objetivo; el máximo
beneficio económico en el plazo de tiempo mas corto.
A este degradado tipo de
explotación colaboran los intermediarios que finalmente colocan ese producto en
tiendas de dudosa reputación con ese mismo objetivo de obtención de beneficio inmediato.
Sin embargo no queremos
finalizar sin apuntar un factor determinante sin el cual todo este entramado no
tendría sentido; se trata del consumidor final de esa cria indiscriminada e
intrusista.
El comprador de cría
indiscriminada probablemente no tenga conocimientos ni criterios técnicos o
éticos para evaluar la calidad y orígenes del criador, así como su modo de
acción . Se autoexplica la gran diferencia de precios en función de tópicos
sobre la marca, el pedigree (al que considera una herramienta de marketing, una
forma de snobismo y no una prueba de la trazabilidad del cachorro) y la
diferencia de precio con un criador de dedicación completa a una sola raza, sea
éste por pasión o por dedicación profesional ( como su modus vivendi ).
La ignorancia del comprador y
la busqueda del factor precio como elemento primordial de elección encuentran
un estupendo caldo de cultivo en el criador indiscriminado, que a su vez y
gracias a un sistema productivo de costes a la baja, parece garantizar un trato
más ajustado en lo económico, cuando en realidad sus márgenes comerciales son
mayores. En el mejor de los casos se conforma con obtener un cachorro con
pedigree asumiendo que este documento garantiza la salud del perro y la
seriedad del criador. Si bien el acento en la crítica suele ponerse en el lado
de la oferta, la supervivencia de las malas prácticas depende de la existencia
de demanda. Mientras esta exista, cualquier deseo de compra será satisfecho.